viernes, 28 de octubre de 2011

Oid Mortales (un año después)

Hace un año le escribía "Oid Mortales" a aquellos que aún les costaba oir a un pueblo. Hace un año los argentinos despedíamos en la Casa Rosada a Néstor Kirchner, el lugar donde solo unos pocos como él no abandonaron sus convicciones. Hace un año un pueblo entero recobró definitivamente las calles y los jóvenes recuperaron la Plaza de Mayo dejando sin palabras a aquellos que al igual que en 1976 intentaron callar a un país.







Como podría olvidar un pueblo al hombre que le hizo recobrar la memoria, y no me refiero solamente al juzgamiento de los militares que participaron en la dictadura más sangrienta que hayamos conocido, sino también al hombre que le hizo revivir aquellas históricas banderas del peronismo, soberanía política, independencia económica y justicia social, dándole sentido a esas palabras para millones de jóvenes que solo habíamos escuchado hablar de Perón y revivimos esos maravillosos tiempos de la mano de nuestros padres y abuelos, con sus anécdotas y enseñanzas.





Mientras aquellos acomodados que detentaron el poder durante décadas en un país adormecido se quejaban de su espíritu confrontativo yo les pregunto: ¿ La democracia no se construye con el debate, y el disenso? Se que resulta difícil contestar una pregunta tan básica a aquellos que piensan que la verdad solamente es la que se imprime en una tapa de diario. Pero como diría Perón, “La única verdad es la realidad”, la realidad de millones de jubilados y millones de trabajadores que recobraron la dignidad, y decidieron dar todo para defenderla, como nos defendió él, hasta su último aliento.





Hace un año fuimos a esa plaza a despedirlo, al hombre que llegó al poder con sólo 22% de los votos, al hombre que transformó cuatro millones de votos, en más de once. Pero no es casualidad el resultado del domingo, ese hombre vino a proponernos un sueño, que hoy es de todos los argentinos.




Sueño que seguimos construyendo día a día de la mano de Cristina, una mujer que no tuvo la necesidad de calzarse los mocasines y el traje cruzado de Néstor como algún dirigente opositor hiciera con su padre. Ella tan solo lo recuerda con el luto que merece el compañero de toda una vida. Y para aquellos que dudan de sus lágrimas y su quiebre de voz, no saben que esas lágrimas son las de todo un pueblo que aún hoy lo extraña pero sigue adelante porque no se puede descuidar su legado.




Es por todo esto que hace un año miles de personas esperaron horas enteras para despedirlo. Tanta fuerza tuvo ese hombre que le alcanzó para dársela a todo un país, esa es “La fuerza de él” y nosotros eternamente su pueblo.